Haciendo nuestra propia huerta
Por Brenda Godoy y Pamela Godoy Estudiantes de la Tec. Sup. En Comunicación Social
Nuestra región se caracteriza por ser una zona de producción donde lo agrícola es el fuerte. Apta para la producción, la tierra valletana es sumamente rica para dar vida a una importante variedad de hortalizas que forman parte de la dieta diaria. Pero, ¿por qué no pensar en ser nosotros mismos los productores de nuestros alimentos? Aquí, el aporte de la Coordinadora de la Tecnicatura Superior en Agronómica con orientación en Agroecología, Ing. Agr. Marta Morales.
Tener una huerta en casa es sumamente positivo, porque –entre otras tantas ventajas- somos nosotros mismos los que cultivamos los alimentos. Y lo hacemos de manera natural –respetando los procesos naturales de cada alimento-, sin el uso de productos químicos –sino, haciendo hincapié en el uso de fertilizantes naturales como el compost, excremento animal, entre otros- y controlando las plagas a través de la combinación de plantas con flores u olores que llamen la atención de aquellos insectos que ronden nuestros cultivos.
Según dice el INTA – Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria- una huerta orgánica es una forma natural y económica de producir hortalizas durante todo el año. Es decir que, con trabajo y dedicación, podemos ser capaces de proveernos de nuestros propios alimentos ahorrando ingresos, imitando a la naturaleza, generando espacios de conciencia alimentaria y sostenida durante el año.
Pero, los cambios climáticos son un factor muy importante para los productores agrícolas. En el Valle de Uco se produjeron grandes pérdidas en 2015 debido a las lluvias, lo que derivó en una importante pérdida en la producción. También, las bajas temperaturas han provocado que algunas especies no puedan cumplir con su ciclo de vida. Esto se debe a las fuertes heladas que afectan la provincia en épocas invernales.
Con respecto al verano “pasado por agua” –inusual en Mendoza- Marta Morales nos comparte que “las consecuencias económicas fueron bastante serias para el sector en general, ya que la producción se vio disminuida en forma significativa debido al desarrollo de enfermedades criptogámicas como consecuencia de las altas precipitaciones que se produjeron. Por otra parte, al haber tenido un periodo tan largo de lluvias, dificultó las curaciones para algunas plagas y eso impactó también en la economía de los productores. Lamentablemente todo esto ha provocado que algunos pequeños productores comiencen a desaparecer por no poder seguir afrontando los costos de mantenimiento que los cultivos implican”.
Manos a la obra
Comenzando con el trabajo debemos tener las herramientas necesarias: la tierra indicada, con una protección estilo cerco – para evitar el ingreso de animales-, un espacio cuyo acceso al sol sea, al menos, de 5 horas diarias, disponibilidad de agua, semillas y plantines.
Limpiar el terreno hasta dejar la superficie nivelada, diseñar estratégicamente nuestra huerta. En caso de querer incursionar en esta aventura debemos contar con el aporte de profesionales para no fallar en el intento y tener buenos resultados en “el plato”.
¡A no olvidarse!
Con relación a los cuidados de la huerta podemos sugerir aumentar la diversidad de cultivos, “colocar flores que resulten atractivas para los insectos, para evitar que ataquen sus productos de consumo”, dice la ingeniera. Así como, utilizar métodos de control amigables con el medio ambiente.
Es importante, también, dejar descansar un sector por temporada, colocando algún verdeo que ayude a mejorar los nutrientes del suelo. “Hacer rotación de cultivos, para evitar la presencia y resistencia de algunas plagas, además de esa forma evitamos agotar el suelo de algún tipo de nutriente, pues la siembra y resiembra permanente podría provocar que se extraiga algunos en exceso”, añade. Es importante crear conciencia de la importancia que tiene la huerta propia, por la calidad y lo saludable que es éste tipo de alimentos para la familia, cierra la Ing. Agr. Marta Morales.
