Mejorar el lenguaje
Por Delia Socaño, estudiante de primer año de la Tecnicatura Superior en Administración Pública-Unidad Académica Tunuyán
Paulatinamente, en los hogares, en la escuela, en la calle, e incluso en los medios de comunicación se ha perdido el respeto por el modo en que nos comunicamos. Cada vez más, las personas nos dejamos envolver fácilmente por un lenguaje grosero, los niños y jóvenes toman el modelo de lo que escuchan a diario en la mayoría de las interacciones sociales, y lo ponen en práctica. Como resultado, se está generalizando un lenguaje cada vez más vulgar.
De acuerdo al último informe PISA, en nuestro país solamente 8 de cada 10 estudiantes de 15 años de edad comprenden lo que leen. Es decir que los alumnos se resisten a aprender, operan una clausura informacional por su escaso interés en los contenidos trabajados en la escuela, las normas y valores que esta institución representa. Pero aún más alarmante resulta pensar que incluso los profesores mismos han renunciado a enseñarles la lengua con criterios de adecuación, pareciera que en algunos casos, ya les basta solamente con que puedan hablar.
En estos últimos años, si bien la tecnología ha facilitado la comunicación a larga distancia, el traspaso de información en tiempo real y la difusión de contenidos a escala global, esto también ha desplazado el interés de los niños y jóvenes por obtener ciertos aprendizajes básicos, y paradójicamente se ha mermado la calidad de la comunicación.
Juan Carlos Mansilla, especialista de la Universidad Nacional de Córdoba, afirmó que “Internet genera conductas de riesgo sobre todo para los jóvenes, la adicción a este medio muchas veces se encuentra asociada a otras faltas como las dificultades para las relaciones interpersonales”.
En suma, en cada ámbito, las personas necesitamos mejorar el lenguaje y qué mejor que comenzar con los niños, enseñando el valor de un vocabulario que nos permita vincularnos de manera respetuosa hacia los interlocutores, en vez de dejar esa tarea a internet o a la televisión, es menester alentar a los jóvenes a usar su inteligencia y a encontrar la raíz de nuestra identidad humanitaria en el lenguaje.