HISTORIAS DE VIDA: Randall Josué Romero
LA CHAQUETA BLANCA DE ENFERMERO: UN CLARO EJEMPLO PARA MUCHOS PIBES
Randall Josué Romero, es estudiante de Enfermería Profesional en la Unidad Académica Luján de Cuyo. Tiene 27 años, está re cursando dos materias de primer año. Nació en Costa Rica un día de mayo de 1991. Es una persona que no pasa desapercibida, ya sea por su voluntad o carisma. Es un joven que vive en situación de calle, y como él dice nadie le dice que no. Accedió a charlar con nosotros y contarnos su peculiar historia de vida.
Nos encontramos en un aula vacía. Comenzamos a dialogar. A dialogar con los oídos en un mundo donde nadie escucha. Nos sorprendió su manera de relatar su vida. Desde ese momento también sería la nuestra.
“Mi vida comenzó a los 12 años cuando me fui de mi casa familiar. Mis amigos, algunos están presos otros muertos. En la calle me dicen Randall, en el instituto me llaman Josué. No soy de acá soy de Costa Rica, pero me acostumbré a la Argentina. Mi barrio está en el Campo Papa y de ahí conocí otros barrios. Pasamos mucha hambre, muchas cosas, la falta de un techo, unas buenas zapatillas, fue muy duro para mí. Me acuerdo de pocas cosas buenas. No me olvido de un saludo de mi mamá para mi cumpleaños.”
¿Y cómo fue tu vida antes de los 12 años?
Era muy tímido, callado. Terminé la primaria. En ese momento tenía una relación pésima con mi padrastro. Sufrí mucha violencia. Les negaba a mis maestras y amigos las cicatrices en mi cuerpo. Fue muy duro.
Me acuerdo cuando tenía 5 años y le pedí un abrazo. Se lo pedí a mi padrastro. Pero en ese tiempo no nos quería mucho. Me lo negó y lo tengo muy presente. Yo lo quiero a mi padrastro. Pero era muy duro. Hasta que un día mi hermano mayor se reveló. Yo no quiero más esto le dije. Fue cuando me dijo ahí tenés la calle. Ya no quiero verte más. Tómatela.
No podía volver. Regresaba cuando estaba mi mamá. Tomaba un café y luego tenía que partir. La plaza, la calle. En invierno nos metíamos en los autos. Y ahí empiezan los contactos y los amigos. Serán malas influencias o buenas. Pero termine ahí. En el Campo Papa y de ahí a todas las villas. Nos movíamos de Godoy Cruz hasta Luján. Todo caminando en cualquier hora del día.
¿Cuál fue el motivo para irte de la Argentina?
Estaba en una situación muy complicada. Si no me iba mi vida corría serios peligros. Mi mamá me lo pidió. No quería verme en un ataúd. En ese momento le hacíamos la guerra a los policías y a los transa. Para nosotros los transa les arruinan la vida a los pibes. La policía me la hizo recorta. Me dijeron que me iban a voltear. No me lo dijeron a mí. Se lo dijeron a mi mamá. Y tomé la decisión de irme. Sin nada.
Me fui a Costa Rica. Tenía gente que me esperaba allá. De ahí fuimos a México ilegalmente. Tardamos alrededor de tres meses en llegar a la frontera. Andábamos como indios, con muy pocas cosas, lo indispensable. Yo me la jugué, estaba solo, no conocía a nadie. Llegué a la frontera. Entramos a Estados Unidos por Texas. 15 días en el desierto. Ahí se hace lo que dice el Coyote. Que es el guía del grupo. Fueron días muy complicados. Nos peleábamos por el agua. No por la comida. Llevábamos maní y cosas dulces por la presión. Y medicamentos para enfrentar el desierto. Éramos 15 personas que llegamos a una casa. Es ahí donde nos descubrió la policía de inmigración. Nos confiscaron todo lo que traíamos. De esa experiencia me quedaron antecedentes a nivel internacional.
Randall intentó dos veces cruzar la frontera para encontrarse con su padre que vivía en EEUU. Solo pudo comunicarse por celular y en forma esporádica. Ya que los celulares estaban intervenidos. Fueron dos años de comer mucha basura.
¿Qué te hizo regresar a la Argentina?
Regrese primero a Costa Rica. Ahí estuve con mi abuela. Mi abuela fue mi mamá, hasta que falleció. Mi situación se complicó y decidí regresar a la Argentina. Acá están mis tres hermanos y mi vieja. Nunca me pude juntar con mi padre. Es experiencia me calmó un poco. Venía con otro pensamiento. Siempre me cansé de comer basura. Hoy me quiero comer el mundo. Lo que no tuve lo quiero tener. Y nadie me va sacar eso de la cabeza. Mucha gente me ha dicho: ¿vos vas a estudiar Enfermería? A mi nadie me dice que no. Odio que me digan que no. Hago esta carrera por mi abuela. Ella quería que yo estudiara.
¿Hoy te encontrás en situación de calle?
Mi familia vive acá. No tengo conexión con ellos. Hoy la situación es muy jodida. No tengo un techo. No tengo donde lavar, comer, afeitarme. A veces salen trabajos. Pero acá estoy. Nunca he dicho que no. Pongo el pecho a las balas. Momentos malos siempre he tenido.
¿Qué te gusta de Enfermería? ¿Por qué elegiste esta carrera?
Una vez hablando con una tía le comenté que tengo inteligencia para ser enfermero. Creo que también puedo ser médico. Estando acá en el instituto veo una salida. Un ejemplo para muchos chicos. Me ven con la chaqueta y la mochila y eso uno no lo registra, pero llega a los pibes del barrio. Soy un claro ejemplo de superación. A mi me cuesta mucho. Andaré chueco, pero voy. El día de mañana podré mostrar el título a todos los que me han tirado tanta mala onda. A todos estos años de comer tanta basura.
Nada es imposible. Todos podemos vivir mejor. Tener una casa, un título de enfermero y luego el de licenciado. Decidí ser enfermero por mi abuela, porque nadie me dice que no y porque me gusta. Es difícil, pero me gusta.
Ahora estoy recursando dos materias de primero. Estoy buscando trabajo. Hoy mi deseo es terminar la carrera y tener un buen trabajo. Para eso tenemos que ser constantes. Tener paciencia, prevalecer y tiempo. Y nadie te dice que no. Si vos te querés comer el mundo, está en vos. Te lo comés. Corta.
La particular historia de Josué, es una entre tantas de superación y esfuerzo que tienen para contar nuestr@s estudiantes. Una vez más agradecemos que nos confíen sus estudios, a así poder participar en la transformación de sus realidades y las de sus comunidades.
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